HOMENAJE A CECILIA BRASLAVSKY (1952 – 2005)
Presentación del Monográfico

El 1ero de junio del 2005 falleció en Ginebra Cecilia Braslavsky, una pedagoga que dejó huellas profundas en el campo académico de la educación mundial, y en la enseñanza iberoamericana en general. Creemos que es oportuno recordarla y homenajearla en este número especial de la REICE, recuperando algunas de sus últimas producciones y contribuyendo a difundirlas y discutirlas, como a ella le hubiese gustado.

Cecilia Braslavsky estudió en la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió de Licenciada en Ciencias de la Educación en 1973, y empezó a dar clases en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Eran los turbulentos años ’70 en la Argentina, y cuando obtuvo una beca para irse a estudiar afuera, no dudó. Hizo su doctorado en la Universidad de Leipzig, en la entonces República Democrática Alemana, donde profundizó sus estudios en historia y ciencias sociales, y escribió su tesis sobre la historia de la educación primaria en América Latina. Volvió a la Argentina en 1981, y se integró al poco tiempo a la naciente Área Educación de FLACSO/Argentina, donde pronto asumió la coordinación que dejó libre Juan Carlos Tedesco. Desde esa posición dirigió la puesta en marcha de la maestría en Educación y Ciencias Sociales de FLACSO, que tuvo entre sus primeros alumnos a varios destacados políticos y académicos de la educación argentina y latinoamericana. También dirigió un trabajo de investigación sobre la escuela media en la Argentina (Programa Nacional de Enseñanza Media en Argentina, PNEM, con el financiamiento del IDRC de Canadá), del que emergieron libros fundamentales como “La discriminación educativa en la Argentina”, que ella misma escribió y que marcó el rumbo de la investigación y de las políticas educativas argentinas en los años siguientes. El trabajo que desarrolló en FLACSO/Argentina fue enorme: formó a generaciones de investigadores e investigadoras jóvenes, dirigió proyectos de investigación sobre segmentación y contenidos curriculares, sobre la burocracia educativa, y sobre la formación docente. Combinó esos trabajos con su conducción de la cátedra de Historia General de la Educación en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde transmitió su pasión por la historia a muchos estudiantes que todavía recuerdan su claridad, sus referencias y su buen humor.

Entre las nociones teóricas que aportó Cecilia en esta primera época, se destacan la de monopolio del conocimiento, que había aprendido con Robert Alt en la RDA, la de segmentación y discriminación de la estructura del sistema educativo, que provenían de sus lecturas y adaptaciones de la sociología educativa francesa, la de contenidos socialmente significativos, escrita en diálogo con el trabajo de Dermeval Saviani, y su valoración de la educación para una formación de la conciencia de la historia, un tema que juntaba su preocupación por la función social de la escuela con su interés por la historia. En todos estos aportes, se conjugaron su voluntad de hacer teoría de la educación, desde una lectura atenta de la teoría social más relevante, con su compromiso político de denunciar la desigualdad cultural y educativa.

Este compromiso político le ganó reconocimiento, pero también le valió algunos sinsabores. En el Congreso Pedagógico que se realizó en la Argentina en 1988, con la reinstauración de los gobiernos democráticos y con la voluntad de estimular la participación ciudadana en las políticas educativas, Cecilia Braslavsky tuvo un importante protagonismo en la elaboración de propuestas desde el progresismo educativo, y sus lecciones le mostraron lo difícil que era generar consensos desde la sociedad civil. En el año 1993, Cecilia Braslavsky asumió la coordinación de la elaboración de los Contenidos Básicos Comunes, y luego la Dirección General de Investigación y Desarrollo del Ministerio de Educación de la Nación Argentina, donde organizó la elaboración de nuevos contenidos para la educación argentina. Esta tarea, realizada en una época de agudos enfrentamientos entre el campo académico-docente y el gobierno, generó una polémica en ese país sobre la relación entre la investigación y la política pública. El primero de los artículos que componen esta compilación fue escrito en esos años, y es una reflexión, tanto como un testimonio de primera mano de una protagonista lúcida y comprometida, sobre las posibilidades y las dificultades que enfrentan los reformadores educativos.

Cuando cesó en la función pública, Cecilia Braslavsky se integró al Instituto Internacional de Planeamiento Educativo, que estaba abriendo su sede en Buenos Aires. En esos años, Cecilia promovió programas y propuestas para seguir contribuyendo al mejoramiento educativo. El segundo artículo que se incluye en este número provee una reflexión sobre la necesidad de formar a quienes están a cargo de la gestión del sistema educativo; en él, acompañada de Felicitas Acosta, su colaboradora en los programas que desarrolló en esos años, recupera la experiencia ganada y alerta sobre los desafíos todavía pendientes para lograr programas formativos de más impacto.
 
En el año 2000, Braslavsky ganó el concurso para dirigir el Bureau International d’ Education (BIE) de la UNESCO, en Ginebra, donde permaneció hasta su fallecimiento. Allí concentró la actividad en investigaciones y asistencias técnicas sobre el curriculum de la enseñanza básica en una perspectiva comparada, recorrió países y conoció realidades bien distantes de las latinoamericanas, y organizó la 46º. y 47º. sesiones de la Conferencia Internacional de Educación, que reúne a todos los ministros del ramo del mundo. Esta fue su etapa más internacional, y la más global de todas. Los tres artículos restantes de esta compilación muestran esa nueva dimensión en el trabajo analítico de Cecilia: su perspectiva ya no es sólo latinoamericana, sino que abarca regiones del Asia y el África a las que comenzó a viajar con frecuencia, y de las que aprendía gustosa y abiertamente. Y se evidencia un diálogo más sostenido con las agendas europeas, a las que permanentemente hace dialogar con las experiencias de otras regiones del mundo.

En esos trabajos, Cecilia combina su capacidad analítica y las herramientas académicas con la perspectiva del reformador. Puede verse una línea de continuidad con su preocupación por definir qué escuela y qué sistema educativo son necesarios para una sociedad más justa, que ya era visible en los años ‘80. Pero en este último período, atenta a los aprendizajes de su etapa anterior, su pensamiento incorporó matices y dimensiones prácticas que hablan tanto de su voluntad de pensar nuevos horizontes como de su inteligencia para plantearse cómo llegar a ellos. Los temas que despliega en estos trabajos incorporan algunas cuestiones nuevas (el multiculturalismo y la convivencia social, la educación y los proyectos vitales, incluyendo la noción de felicidad como un fin educativo) y también recuperan y reinterpretan sus viejas pasiones: la desigualdad y la injusticia educativas, el cambio del curriculum, la importancia de la escuela. Son textos que hablan, también, de la diversidad de sus lecturas (otra línea de continuidad a través de los años). Cecilia leía con pasión los últimos ensayos de politólogos y sociólogos, y también se entusiasmaba con los escritos de pedagogos y los informes de las oficinas de evaluación.
 
Para finalizar, permítaseme algunas líneas más personales. Cecilia Braslavsky fue una pedagoga en toda la extensión de la palabra: una maestra, una guía, un sostén importante para las generaciones de investigadores que se formaron en la post-dictadura argentina, entre quienes tengo el honor de incluirme. Generosa, lucida, exigente, aguda, apasionada, fue un modelo para muchos de nosotros, que aprendimos con ella que era igualmente importante quedarse horas discutiendo un trabajo de tesis o un buen libro, como trabajar en las decisiones de política educativa, como ponerse a escribir el informe de la asistencia técnica con que nos financiábamos la investigación. Valga este pequeño homenaje como muestra de agradecimiento por tantas enseñanzas, y como reconocimiento de todo lo que hizo y nos legó. Ojala que sus palabras y su pensamiento sigan resonando, para mantener vivo su compromiso con hacer de este mundo un lugar mejor.