REICE 2014 - Volumen 12, Número 3
PEDAGOGÍA DE LA MUERTE. LAS CANCIONES COMO RECURSO DIDÁCTICO

INTRODUCCIÓN

La cultura es el instrumento creado por el ser humano en el origen de los tiempos y que ha ido constantemente renovándose con el fin de que podamos interpretar nuestra realidad y logremos avanzar en nuestra evolución, tanto a nivel individual como social. Sin embargo no hemos sabido desarrollar, dentro de la misma, el aprendizaje de que la muerte es un suceso natural, quedando ésta como un tema tabú y constantemente vetado (Herrán y Cortina, 2007). Lo mismo ocurre dentro de las Ciencias de la Educación, donde parece existir cierta resistencia a cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje que tenga como contenido la muerte. Solemos educar pensando solo en la vida, sin considerar que morir es nuestro fin inevitable, por lo que llegamos a ella normalmente sin estar preparados. Como sostiene Cortina (2010:57), “una enseñanza que no tenga en cuenta la muerte, no se está dirigiendo a los seres humanos, ya que los delimita impidiendo una mirada global hacía su condición de ser vivo”. El problema de este desapego hacia el tema de la defunción puede deberse a que dentro de la pedagogía nunca ha existido un área concreta que haya profundizado en su estudio. Además, también ha influido que haya sido una realidad abordada históricamente por otras instituciones, entre las que destacan principalmente la familia o la religión. Sin embargo, actualmente en nuestro contexto sociocultural, se nos enseña poco sobre la muerte y cómo afrontar la propia partida.

Por todo ello, surge la necesidad de incluir a la Educación para la Muerte como un contenido necesario, global y normalizado para así poder enseñar a vivir completamente. Dentro de esta propuesta, son diferentes los recursos desde los cuales podemos abordar nuestra tarea educativa. Debido al papel que juegan actualmente los medios de comunicación en nuestra sociedad, por su capacidad para cambiar, mantener, potenciar o modificar los rasgos de la cultura en la que se sitúan, son un medio muy interesante para trabajar este tema, como ya se ha hecho con el cine (Cortina, 2010; Cortina y Herrán, 2011), o con las representaciones artísticas (Rodríguez y Gorrayola, 2012). En nuestro caso, proponemos utilizar las letras de las canciones como instrumento para abordar este ámbito educativo, debido a su poder de difusión, impacto e influencia en la sociedad.

Partiendo de lo expuesto, este artículo tiene como objetivo general analizar la visión de la muerte que se traslada en las letras de las canciones que versan sobre dicha temática, tratando de reflexionar sobre las posibilidades de utilizar las canciones como recurso pedagógico de educación ante el hecho vital de la muerte.

1. REFERENTES TEÓRICOS SOBRE LA PEDAGOGÍA DE LA MUERTE

Sobre la idea expuesta anteriormente se enmarca nuestra investigación que vamos a tratar de desarrollar a continuación. Como ya hemos adelantado, el proceso de enseñanza-aprendizaje sobre la muerte se caracteriza por durar toda la vida y estar relacionado con la madurez personal (Savater, 1999), por lo que no debe seguir siendo ignorado por la sociedad y la educación. Verdú (2002), sostiene que una enseñanza sin muerte es la muerte absoluta de la enseñanza, porque no tratar de lo que más importa descalifica a cualquier institución sobre el saber. Y es que tal y como afirman Herrán y Cortina (2007:139), “la conciencia de la muerte es clave para una orientación de la vida. Es la base para vivir mejor y con mayor plenitud, otorgando la importancia debida a las cosas que la tienen, y existir con todo el sentido que proporciona una responsabilidad más consciente”. Pese a ello, ningún currículo oficial incluye expresamente a la muerte como ámbito formativo.

Por este motivo surge la necesidad de reivindicar, como ya han hecho otros autores (Arnaiz, 2003; Cortina, 2003; González y Herrán, 2010; Herrán y Cortina, 2006, 2009; Mèlich, 2003; Poch, 2000, 2009), una pedagogía de la muerte en todos los contextos educativos posibles. Cortina (2010:58), afirma que “si la educación es formación, introducir la muerte en los estudios es proveerles de una perspectiva más cierta e intensa de la vida, es dotarla de recursos existenciales”. Apostamos por una educación para la muerte en la que se fomente la comprensión e integración de esta temática en la comunidad educativa (escolar y social), se forme a los educadores (familiares, profesores, orientadores, educadores, etc.), y se contribuya a un proceso de ajuste del educando a la realidad de la vida, sirviéndole para comprender su papel, su condición, su igualdad con el resto y su fin. Se trata de un proceso continuo, ya que como manifiestan Murillo y Krichesky (2012:41), “los grandes cambios empiezan con esfuerzos pequeños”, desarrollándolo a lo largo de toda la vida. De esta manera, el propósito es contribuir a la evolución de las personas como integrantes y cooperadores de la humanidad, desde propuestas didácticas adecuadas. Siguiendo esta idea, Herrán y Cortina (2007) proponen abordar la muerte como un contenido de importancia máxima para la vida, siendo orientadora de ella.

El fin es enseñar sobre la muerte no solo para normalizarla, sino también para formar personas que sean más maduras, solidarias, críticas, con responsabilidad ecológica y socio-histórica (Rodríguez y Gorrayola, 2012). Se trata de vivir mejor, ya que como sostiene Fernando Savater (1999:276), “el hombre no vive para la muerte o la eternidad, sino para alcanzar la plenitud de la vida en la brevedad del tiempo”, buscando esta totalidad no porque haya un premio o retribución posterior, sino que las personas obran bien por el simple hecho de saberse más humano, por los actos positivos que realizan; y más libres, al responsabilizarse y asumir las consecuencias de sus decisiones. Mediante estos contenidos podemos colaborar en que los educandos se adapten a la realidad, aprendiendo a superar los temores, limitaciones que tengan y a crecer interiormente para potenciar su desarrollo como seres humanos completos que son conscientes de su finitud. Como afirma Cobo Medina (2001:415) “todo lo que sirve para morir bien sirve para vivir bien”.

Partiendo de esta idea, el principal motivo para utilizar las canciones como herramienta educativa tiene su base en varios aspectos: por un lado, en las mismas se traslada parte de la cultura de la que formamos parte, pudiendo servirnos para hacernos una idea de cómo entendemos y valoramos el fenómeno de la muerte en nuestra sociedad. Por otro lado, es preciso aprovechar la gran capacidad comunicativa que tienen las canciones, su potencialidad e influencia, y su poder para trasladar mensajes (Colomo, De Oña y Vera, 2013). No olvidemos que la actividad de escuchar música es una de las más valoradas y realizadas por las personas, tal y como constatan diferentes estudios (Megías y Rodríguez, 2002).

Por todo ello, pensamos que dentro del ámbito de la pedagogía para la muerte, las letras de las canciones pueden convertirse en un elemento educativo con un potencial muy elevado debido a las múltiples ventajas y posibilidades que ofrece. Muchas investigaciones han demostrado que los alumnos aprenden más y mejor con el uso de recursos didácticos variados (Murillo, Martínez-Garrido y Hernández-Castilla, 2011). Siguiendo esta idea, las canciones nos sirven como material didáctico auxiliar o complementario para trabajar en el aula; como un medio de análisis crítico, reflexión y debate sobre la muerte; y como un elemento potenciador de la expresión sociocultural de la propia realidad de ésta, al recoger las ideas, creencias, visiones o emociones que surgen en torno a la misma.

2. METODOLOGÍA

El trabajo que queremos exponer pretende centrarse en analizar la visión de la muerte trasladada en las canciones de dicha temática para comprobar su utilidad como recurso didáctico en el ámbito de la pedagogía para la muerte. Sabemos que la música ocupa un lugar importante en la vida cotidiana de muchas personas incidiendo en las formas de pensar, sentir y actuar de las mismas (Rentfrow y Gosling, 2003). Para nuestro estudio, utilizaremos el análisis de contenido. Se trata de una metodología que combina la observación (lectura) y producción de datos (interpretaciones), exigiendo al investigador que comprenda el mensaje tal como lo concibió el emisor y que lo interprete tal y como lo hará el receptor. Se la considera, en palabras de Krippendorf (1990) y López Noguero (2002), como la metodología de investigación más elaborada y con mayor prestigio científico en el campo de la observación documental y de las ciencias sociales. A la hora de desarrollar el proceso de análisis de contenido, existe un acuerdo general entre varios autores (Delgado y Villar, 1994; Pérez Serrano, 1984; Piñuel y Gaitán, 1995), sobre la fases a seguir: el preanálisis, donde se prepara y organiza la investigación; la creación del sistema categorial, donde construimos el instrumento que nos permita organizar la información para su posterior análisis; la codificación, donde transformaremos los valores contenidos en las canciones en unidades más simples para su posterior descripción; y la interpretación de la información, donde dotaremos de significado a la información extraída de las canciones.

La muestra que utilizaremos estará compuesta por una selección de temas centrados en la muerte. Para su elección realizamos una revisión discográfica en las que buscamos letras cuyo contenido abordara esta realidad, descartando aquellas que se centraban más en los sentimientos y emociones que surgen en torno al duelo. De esta primera selección, llevamos a cabo un pre análisis de su contenido, escogiendo sólo aquellas letras más apropiadas para trabajar con alumnos de los niveles de secundaria y bachillerato por las características del tema.

Este primer listado fue sometido a validación siguiendo el criterio de juicios de expertos/grupos de discusión por parte de un grupo de profesores del Departamento de Teoría e Historia de la Educación de la Universidad de Málaga, teniendo como criterios la elección de canciones que se centrasen en las diferentes visiones de la muerte y fueran adecuadas pedagógicamente para alumnos de los niveles citados.

Finalmente obtuvimos una muestra de 20 canciones cuya función es exploratoria, expresiva e indicativa de las principales visiones que sobre la muerte se recogen en algunas de las canciones que se centran en esta temática.

De esta manera, las canciones analizadas han sido las siguientes: “Ahora que no estás”, de Alex Ubago; “Like you´ll never see me again”, de Alicia Keys; “Ángel”, de Belinda; “Te recuerdo”, del Canto del Loco; “La muerte no es el final”, de Cesáreo Gabaráin Azurmendi; “El cielo de los perros”, de Dani Martin; “Tears in heaven”, de Eric Clapton; “Si la muerte pisa mi huerto”, de Joan Manuel Serrat; “Remember me”, de Josh Groban; “Historia de un sueño” y “Jueves”, de La Oreja de Van Gogh; “Can heaven wait”, de Luther Vandross; “Desde mi cielo”, de Mago de Oz; “Pájaros de barro” de Manolo García; “Bailando con la muerte” de Medina Azahara; “Eras tú”, de Merche; “Canción a la muerte”, de Paco Ibáñez; “Una luz se apaga”, de Radio Macandé; “Parte de mí”, de Saratoga; y “Yo te extrañaré”, de Tercer Cielo.

Dentro del análisis de contenido, para este artículo nos centraremos en exclusiva en la última fase del mismo, la interpretación de la información. La perspectiva desde la que lo abordaremos será la nomotética (Pujadas, 1992) con el fin de comprender mejor las distintas visiones y aspectos en torno a la defunción desde una triple perspectiva: analizando las características del mensaje, estudiando las causas y relaciones del mismo, y reflexionando sobre los efectos que éstos pueden tener en las personas que lo reciben. No olvidemos que los mensajes y visiones trasladadas sobre la muerte inciden en quienes escuchan estas canciones, ejerciendo por lo tanto, de elementos potenciadores del aprendizaje de los mismos y de inhibidores de las visiones contrarias o de las que no aparecen.

No obstante señalar que las canciones, como medio de comunicación, son un canal de mediación en el contexto sociocultural de los miembros de nuestra sociedad y que esto constituye una delimitación que impide toda universalización de los resultados que aquí expongamos, ya que no podemos hablar de verdades absolutas cuando estamos interpretando parte de una realidad dinámica que se reconstruye constantemente, como es el tema de la muerte en nuestra realidad actual.

Además las canciones son un elemento cultural que traslada multitud de sentimientos al ser humano a través de las vías emocional e inconsciente (Colomo, De Oña y Vera, 2013). El fin es que los mensajes contenidos en las canciones sobre la muerte puedan ser interpretados desde una doble dimensión: el del rigor de la objetividad y el de la fecundidad de la subjetividad.

3. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LOS DATOS

Antes de comenzar con el análisis, queremos subrayar una serie de aspectos que tuvimos en cuenta a la hora de realizar el mismo. Por una parte, queremos subrayar la dificultad en la labor interpretativa debido a nuestra propia subjetividad como investigadores y el modo en que interpretemos los significados que pueden adquirir las distintas visiones sobre la muerte trasladadas en las canciones de nuestra muestra. Para superarlo, optamos por recoger todas las interpretaciones posibles sobre los distintos aspectos alrededor de la muerte que pudieran surgir en el contexto de la canción donde aparecen, ya que como sostiene Mateos (2008:152), “no existe una sola verdad absoluta en la realidad humana ni una sola lectura correcta e interpretación de un texto narrativo”. Por otro lado, decir que nuestro elemento y/o unidad de análisis serán las oraciones y párrafos, escogiendo uno u otro en función de la intención del mensaje trasladado sobre la muerte en la canción.

En cuanto al objeto de estudio, no podemos olvidar que vamos a trabajar sobre una temática compleja por lo que representa. La motivación para que hayamos realizado esta investigación, tal y como hemos ido argumentando a lo largo de este trabajo, es la convicción de que si sabemos que vamos a morir, este hecho debe de servirnos para aprovechar más nuestras vidas.

Pasamos ahora a profundizar en el análisis de estas canciones, centrándonos en dos aspectos que consideramos han sido fundamentales en dicho análisis: la influencia religiosa en la concepción de la muerte y las evidencias irrefutables relacionadas con el fallecimiento.

3.1. Influencia religiosa

Este primer aspecto es fruto de la influencia e impacto que el pensamiento y las interpretaciones de las distintas religiones sobre el tema de la muerte tienen sobre nuestra concepción. Con independencia de la religión que consideremos, tal como sostiene el doctor Gaona (2012), existen innumerables similitudes entre ellas a la hora de abordar la vida extraterrenal, sobre todo en dos conceptos: la propia creencia en una vida después de la muerte; y la idea de justicia divina, que genera la presencia de dos lugares totalmente opuestos: el cielo, donde van los justos, y el infierno, al que se dirigen aquellos cuya vida fue moralmente cuestionable.

Dentro de la muestra trabajada, cabe destacar el protagonismo de la visión cristiana de la muerte, la cual establece una serie de elementos y creencias que debido a la difusión y relevancia de esta religión en el mundo occidental, han trascendido al ideario general de la población con independencia de su confesión.

Entre ellos, destaca la creencia de que al morir, nuestra esencia permanece en otra realidad. Así ocurre en el tema de Radio Macandé, donde aseguran saber que el fallecido está en el cielo desde donde espera el reencuentro con sus seres queridos cuando éstos abandonen su existencia terrenal: “que sepas que sabemos que estás allí en el cielo. Que sepas que algún día volveremos a vernos, ya sólo habrá alegrías, ya no habrá sufrimientos”.

En la canción del grupo Mago de Oz se incide en la idea del cielo como lugar de descanso eterno desde donde se puede cuidar a las personas amadas: “desde mi cielo os arroparé en la noche, os acunaré en los sueños y espantaré todos los miedos. Desde mi cielo os esperaré escribiendo […] yo nunca os olvidaré”.

También Josh Groban en su letra afirma la existencia de un cielo desde donde el fallecido puede comunicarse con sus seres queridos en la tierra: “and if you listen you´ll hear me call across the sky”. Por último en la dedicatoria de Eric Clapton a su hijo, donde espera que en el cielo ya no haya sufrimiento ni lágrimas: “and I know there'll be no more tears in heaven”.

Dando un paso más tenemos la canción «la muerte no es el final» del sacerdote cristiano Cesáreo Gabaráin Azurmendi, en la que a través de un diálogo ficticio con Dios se recuerdan las promesas que éste hizo al hombre sobre su destino después de la muerte, centrado en la esperanza de una nueva vida en el cielo junto a él: “la muerte no es el final del camino, que aunque morimos no somos, carne de un ciego destino […] En tu palabra confiamos con la certeza que Tú, ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz”. También muy arraigado a la visión religiosa de la muerte esta la idea trasladada por el grupo Tercer Cielo, donde se expresa el convencimiento de que al morir cada ser humano se reúne con su Dios: “más comprendo que llegó tu tiempo, que Dios te ha llamado para estar a su lado, así Él lo quiso”. Igual ocurre en la letra de Saratoga, donde se concibe al mismo como una entidad superior, no especificando ningún credo concreto: “él nos dijo adiós, va a reunirse pronto con su Dios”.

Pese a esta visión religiosa de la muerte y la creencia en una vida posterior, sólo han conseguido dar respuestas en función del contexto desde el que se han situado. Esto provoca que no exista una respuesta con validez, fiabilidad y consenso universal sobre el enigma de morir. Es por ello que esta visión e interpretación religiosa que se nos traslada sobre la muerte desde uno de los principales medios de comunicación, como son las canciones, queda sujeta al debate, la reflexión y la reconstrucción, si bien es cierto que por mantener aún su poder de impacto en la sociedad, las ideas religiosas en torno al fallecimiento son bastantes difundidas y aceptadas.

Desde el ámbito educativo nuestra tarea consistirá en seguir profundizando sobre el papel que juega la religión en la percepción sobre el hecho de morir, pudiendo así conocer diferentes visiones sobre este fenómeno e interpretarlo, teniendo en cuenta las diferentes perspectivas.

3.2. Evidencias que acompañan a la muerte

Pese a no existir ninguna evidencia científica irrefutable sobre aquello que nos ocurre tras fallecer, si que existen dos hechos comprobados anteriores al momento de la muerte, los cuales quedan recogidas en las canciones analizadas.

3.2.1. Finitud del ser humano

La existencia de la muerte es una necesidad. No podemos obviar que el hombre vive en un proceso de evolución constante marcado por la renovación y transformación, con ciclos de nacimientos y muertes de manera continua. Como fruto de la labor de millones de personas que ya perecieron, tenemos el mundo actual donde la especie humana sigue progresando y desarrollándose. Cada uno de nosotros, mientras vivimos, somos constructores del presente y del mundo futuro que vendrá. Pese a esta realidad, la muerte sigue siendo una de las grandes preocupaciones para muchísimas personas (Gaona, 2012). Consecuencia de dicha inquietud es, por un lado, la necesidad de dotar de significado simbólico a nuestro fin; y por otro lado, la aprensión motivada por la ignorancia ante lo que ocurre al fallecer.

En cuanto a la interpretación sobre nuestro final, una visión recurrente en las canciones es la de entenderlo como un descanso eterno a nuestra etapa mortal, como ocurre en la adaptación de Paco Ibáñez sobre el poema de Espronceda. Entiende la muerte como un estado en el que nuestro ser deja de sufrir a cambio de abandonar la vida terrenal, no dando esperanzas sobre un regreso a la misma: “yo compasiva te ofrezco lejos del mundo un asilo, donde a mi sombra tranquilo para siempre duermas en paz […] y ofrezco un lecho de flores sin espinas ni dolor, y amante doy mi cariño sin vanidad ni falsía; no doy placer ni alegría, más es eterno mi amor”. Por su parte, el desconocimiento ante lo que ocurre al fallecer se traduce en las canciones en una sensación de miedo, como de nuevo aparece en el poema cantado por Paco Ibáñez, debido a la inseguridad sobre lo que nos espera al perecer: “débil mortal no te asustes, mi oscuridad ni mi nombre, en mi seno encuentra el hombre un término a su pesar”.

Desde una óptica existencial, entendemos que exista un significativo grado de inquietud hacia lo que ocurre al final de nuestra vida. El problema radica cuando este miedo a morir se convierte en una carga tan pesada que puede llegar a robar literalmente la vida de una persona por la inmensa preocupación a perderla. Es por ello que debemos familiarizar a los educandos con este trance, ayudándoles a considerarlo como algo natural y alejándolo de toda visión trágica y sensación de miedo. Como afirma Mèlich (1989:143), “es preciso que nuestros educandos lleguen a ser maduros ante la muerte, y sean capaces de mirar cara a cara a la verdad, y descubrirse como moriturus”.

Si somos capaces de ser conscientes interiormente de esta realidad y de la finitud de nuestra existencia, podremos estar más comprometidos con nuestra realidad y contexto sociocultural. Por lo tanto, si aceptamos la mortalidad, nuestra tarea como seres humanos se transformará en un proyecto compartido que trascenderá más allá de nuestra propia vida, ya que el propio sujeto es consciente de que quien muere es el individuo pero no el sentido que quiso dar a su vida (Savater, 1999).

Nuestros actos y decisiones serán reflejo del modo en que participamos en esa evolución y desarrollo de la humanidad que antes hemos mencionado, asumiendo la responsabilidad sobre el futuro del mundo que hemos heredado y el cual hemos de legar. En definitiva, al dar valor a la muerte, directamente damos una mayor importancia a la vida y a lo que hacemos en ella.

3.2.2. Hecho inevitable

La certeza de que todos vamos a morir está dentro de nosotros. De lo poco que sabemos de la muerte es que nos llega a todos, luego es personal e intransferible, ya que nadie podrá cumplir ese destino físico por nosotros, pues antes o después nos acabará llegando la hora. Como afirma Fernando Savater (1999:35), “la deuda que todos tenemos con la muerte la debe pagar cada cual con su propia vida, no con otra”. Pese a ello, algunas personas imploran poder cambiar este funesto destino por el de una persona que aman, como en la canción de Luther Vandross: “I'd give anything just to trade places with you so I'm begging heaven down on my knees to help you make it through. Tell me can heaven wait, can heaven wait just one more night”.

Esta irremediable situación hace que dotemos de poder a la muerte, interpretándola como una realidad inevitable que llega a todos con independencia de su condición, raza, sexo o creencia. Así ocurre en la canción de Dani Martin donde habla de la vida como una realidad finita que sigue sus designios de manera inescrutable: “la vida no espera, no avisa ni se hace tu amiga, la vida es un juego con una partida”. Medina Azahara la concibe como un enemigo invencible para la humanidad: “ella se paseo por nuestro lado, se burló y jugó con su poder. Ni el más fuerte es capaz de poder contenerse, ni es capaz de luchar contra ti”.

Por su parte, el grupo Saratoga utiliza la metáfora del candil que se apaga para ilustrar el momento de una muerte que es ineludible: “y el camino se acabó. Su mirada dulce y gris voló, y su luz se apagó con la llama. Del candil que hace tanto tiempo ardió, y su voz susurraba y susurraba, liberadme de todo el dolor”.

No obstante, el hecho de que seamos mortales nos beneficia a la hora de otorgar un sentido a la vida. Si comprendemos y asumimos que vamos a morir, podremos aprender a vivir con mayor entusiasmo y disfrute, además de afrontar mejor el trance de la muerte. Así ocurre en la canción de Manolo García, donde reflexiona sobre cómo afrontar la vida ante la posibilidad de que le llegue su final: “por si el tiempo me arrastra a playas desiertas, hoy cierro yo el libro de las horas muertas. Hago pájaros de barro y los echo a volar […] En los mapas me pierdo, por sus hojas navego. Ahora sopla el viento, cuando el mar quedó lejos hace tiempo”.

Por su parte, Alicia Keys en su letra afirma que sólo Dios sabe cuál es nuestro final, por lo que prefiere vivir cada día como un regalo: “I don´t want to forget the present is a gift […] Cause Lord only knows another day here´s not really guaranteed”. Otra posibilidad, al ser conscientes de que pereceremos, es la de encontrar un sentido a nuestra existencia como desea el grupo Medina Azahara, con el fin de tener un motivo cada día para seguir adelante: “solo quiero encontrar porque luchar, algo para vivir y despertar”.

Desde la perspectiva pedagógica, tenemos que ayudar a nuestros alumnos a entender que cada día de vida es un regalo lleno de posibilidades para lograr ser feliz y contribuir a la evolución del ser humano, por lo que debemos aprovechar cada uno de ellos al máximo, viviéndolos tan intensamente como nos sea posible y situando al bien común como el fin hacia el que dirigirnos.

4. ALGUNAS PROPUESTAS DIDÁCTICAS PARA UNA PEDAGOGÍA DE LA MUERTE A TRAVÉS DE LAS CANCIONES

Tras el análisis de la visión de la muerte trasladada en las canciones y la influencia que tienen éstas en la sociedad, tal como destacamos al comienzo del artículo, pensamos que las letras pueden ser un instrumento pedagógico provechoso. A continuación, presentamos algunas propuestas de cómo utilizar las canciones como herramienta pedagógica (en la clase) o como lección (materia de una clase); es decir, como un complemento didáctico para el profesorado.

Esta actividad puede ser desarrollada en diferentes momentos y según el enfoque, pudiendo trabajarse en una asignatura concreta (música o ética), un taller, una actividad complementaria, etcétera. Concretamente nos centraremos en dos niveles para su explotación didáctica: conocer e interpretar las canciones (el análisis crítico de las letras) y crear con las canciones (utilizando la música y las letras como técnica de trabajo creativo y expresivo).

4.1. Conocer e interpretar las canciones

Los profesionales de la educación debemos ser conscientes de la importancia de las canciones como elemento cultural. Por ello, tenemos que enseñar a nuestros educandos a aprender a oír las canciones, un proceso por el cual se educa constantemente en la escucha activa al oyente, de manera que éste sea capaz de sentir y percibir los sentimientos inmersos en el contenido, y reflexionar sobre la visión de la muerte que se traslada en la historia que narra la canción.

Los docentes serán los responsables de la selección de las canciones más convenientes en función de la edad y del contexto, ya que son dos realidades a tener muy en cuenta cuando trabajamos desde el ámbito de la Pedagogía de la Muerte.

Siguiendo a Almacellas (2004), estos son los pasos que debemos seguir para la interpretación educativa de las canciones en torno al tema de la muerte:

  • Selección de las letras de las canciones en función de los objetivos formativos que se pretendan alcanzar y de las edades de los alumnos. La muestra seleccionada para este estudio, por su perspectiva y contenido, se trabajaría en la Educación Secundaria.
  • Dar las orientaciones necesarias para que sean capaces de desarrollar una lectura profunda de la letra que van a analizar. Partir de los conocimientos previos que sobre la muerte tienen los alumnos.
  • Hacer que los alumnos trabajen en grupos con un material (cuestionario, preguntas cortas, etc.), que les lleve a reflexionar sobre los aspectos que fundamentan los objetivos propuestos.
  • Desarrollar un diálogo, a partir de la letra de la canción, para reflexionar sobre la realidad de la muerte y del sentido de la vida. Tras ello, deberán aplicar éste mismo análisis a su propia realidad, es decir, a las leyes que rigen su desarrollo personal.
  • Por último, evaluar la actividad realizada, analizando principalmente la modificación en los pensamientos y las actitudes como resultado observable del cambio hacia un mayor aprovechamiento de la vida por parte del educando, por ser uno de los fines principales de la Pedagogía de la Muerte.

4.2. Crear con las canciones

Otra opción es que los alumnos creen sus propias canciones, ya que puede ser una actividad muy interesante en el contexto del aula y que puede resultar muy motivadora. Así los alumnos trabajarán una serie de capacidades de manera transversal, como la imaginación, la creatividad, la escritura o la rima, con un resultado final que será fruto de su trabajo personal. A la hora de componer la letra sobre el tema de la muerte, podemos establecer una especie de guión a seguir por los educandos para la elaboración de la misma:

  • Elaboración de un resumen de los contenidos a tratar. En este punto, los alumnos llevarán a cabo un proceso de retrospección sobre sus conocimientos, experiencias y emociones, con el fin de poder plasmar en la letra aquellos elementos que sean más significativos e importantes de la muerte para ellos.
  • Escribir la canción. Se trata de un proceso continuo de escritura, corrección y reelaboración de la letra que los educandos realizan. Para hacer esto, puede ser recomendable que los alumnos trabajen en grupos, con el fin de poder debatir y poner en liza las dudas que este proceso de creación les esté ocasionando. La ayuda del docente también se convierte en primordial para poder resolver cualquier duda o cuestión que surja durante este proceso creativo.
  • Presentación de la canción. Este punto del proceso sirve sobre todo para dar a conocer los trabajos realizados por cada uno de los alumnos. Es un proceso de reflexión conjunta, de interacción entre todos los participantes, con la aportación de todos los miembros del grupo de un contenido que podrá ser valorado, debatido y reflexionado en clase (volviendo al punto de conocer e interpretar las canciones), o sirviendo también como material didáctico de trabajo.

5. CONCLUSIÓN

Con nuestra investigación hemos pretendido apoyar la introducción de la pedagogía de la muerte en todo tipo de contextos educativos, como una disciplina esencial y necesaria para nuestra evolución y desarrollo personal. La muerte es una realidad que está presente en todo lo que nos rodea como el arte, la televisión, el cine, las vivencias personales, las conversaciones o las canciones como en nuestro objeto de estudio. Partiendo de esta idea, parece más complejo dejar en el aire este tema desde el punto de vista educativo que trabajarlo.

Por ello, desde la perspectiva pedagógica, debemos evitar que la muerte caiga en el olvido, porque aunque todo el mundo sabe que va a morir, parece que hablamos de una realidad que afecta a otros pero no a nosotros. En nuestra opinión, las Ciencias de la Educación también deben abordar esta pregunta existencial sobre el tema de la muerte, aportando sus conocimientos, instrumentos y posibilidades con el propósito de enseñar a los educandos que algún día nuestra vida corporal llegará a su fin, de manera que igual que les hemos ayudado a aprender el arte de vivir (Esteve, 2010), también debemos formarles para esa despedida de la vida, para el arte de morir.

Dicha tarea puede realizarse a partir de programas de orientación educativa en torno al acto de morir, pues nuestro propósito como profesionales de la educación no debe ser otro que el de intentar mejorar la realidad del ser humano. En dichos programas, los actos educativos que desarrollaremos deberán estar alejados de visiones autoritarias, coercitivas o impuestas, centrándose éstos en los sentimientos, ante un hecho ineludible que tendremos que afrontar tarde o temprano por nuestra condición de seres vivos.

Por esta razón, hemos propuesto como recursos educativos las letras de las canciones, ya que como elemento cultural, trasladan la visión que sobre la muerte existe en nuestra sociedad de manera implícita; y además, nos la comunica en forma de mensajes cargados de emociones. Son auténticos vehículos educativos que llegan a influir en las formas de pensar, sentir y actuar de la sociedad, favoreciendo la creación de situaciones de aprendizaje y la comprensión sobre nuestra finitud como seres vivos a partir del debate y la reflexión (Pérez Aldeguer, 2012). Éstas nos sirven como material didáctico auxiliar o complementario para trabajar en el aula; como un medio de análisis crítico, reflexión y debate sobre la realidad de nuestra finitud; y como un elemento potenciador de la creatividad y de la expresión de la propia visión del ser humano sobre la muerte.

De esta manera las canciones “pueden ser una vía de autoanálisis, de expresión, de reivindicación, de crítica y de reinterpretación del discurso dominante que no debe ser desaprovechada” (Vera, 2000:82). Así, con las canciones como herramienta didáctica, podremos facilitar espacios sin condicionamientos donde los educandos puedan desarrollar sus ideas y compartirlas con el fin de lograr una mejor realidad y comprensión sobre este ámbito educativo (Ruiz Román, 2005).

Opinamos que si no trabajamos sobre esta idea, en nuestro caso con las canciones, corremos el peligro de caer en la rutina del día a día como si fuésemos eternos y es así como realmente perdemos, de manera inconsciente, la propia vida. Como sostiene Krishnamurti (1995:15), “vivir cada día muriendo es estar en verdadero contacto con la vida”, haciéndose preciso entender que es la existencia de la muerte, lo que da mayor valor a la vida y a los actos que hagamos durante la misma. Como exponía en su novela Mitch Albom (2000:103), “cuando aprendes a morir, aprendes a vivir”, estando así más comprometidos con nuestras decisiones y más responsabilizados con nuestros actos.

REFERENCIAS

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